Una entrevista de próxima publicación me ha hecho echar la vista atrás y pensar en el momento que comencé en esto del fanfic. Aunque ya le dediqué un anterior post a mis comienzos, retomo hoy el tema al haberme percatado que la web del Universo Pendragons ha dejado de existir y que mi trabajo alli ha dejado de estar disponible. Asi que he decidido publircarla aqui de nuevo para que podais disfrutar de ella.
¿Quien es el Escuadrón Supremo? Los aficionados a los comics (y más los marvelitas) ya conocerán les conoceran: son una serie de personajes creados a imagen y semejanza a los héroes de la Distinguida Competencia, creados en un primer momento para facilitar un enfrentamiento entre sus dos grupos de personajes más importantes sin los problemas de tener que pedir los pertinentes permisos. Entre sus miembros fácilmente podrás reconocer a copias de Superman (Hyperion), Linterna Verde (Dr. Spectrum), Wonder Woman (Princesa Poder) o Flash (Zumbador) por poner unos ejemplos.
Gracias a Mark Gruenwald el Escuadrón se ganó su propio lugar en la historia del cómic. De su mano llegó la famosa serie límitada que termino por convertirse casi en algo de culto y obra de referencia. En ella éste variopinto grupo de héroes decide dar un paso más en su misión de ayudar a los demás, tratando de resolver problemas más allá de los que se acostumbra a tratar en un comic: la pobreza, el hambre, la enfermedad... Es la primera aproximación del género de los superhéroes a los matices del autentico poder (no hablamos de superpoderes), y de la responsabilidad que conlleva poseer demasiado de ese poder.
Mi historia parte del final de dicha serie, cuando el Escuadrón tuvo que hacer frente a una entidad cósmica que amenazaba con destruir su universo. Debo confesar (lo creaís o no) que escribí este relato meses antes de tener acceso al cómic original (solo había leido algunos resumenes en el Appendix of the Handbook of Marvel Universe) y creo haber captado perfectamente el tono de la historia. Me tomo algunas libertades,como el hecho de que Arcana aún esté embarazada y no haya dado a luz como en la historia original, pero era algo importante y necesario para las futuras historias planeadas para este equipo.
Sin más os dejo que la leaís. Con vosotros... El Escuadrón Supremo!
¿Quien es el Escuadrón Supremo? Los aficionados a los comics (y más los marvelitas) ya conocerán les conoceran: son una serie de personajes creados a imagen y semejanza a los héroes de la Distinguida Competencia, creados en un primer momento para facilitar un enfrentamiento entre sus dos grupos de personajes más importantes sin los problemas de tener que pedir los pertinentes permisos. Entre sus miembros fácilmente podrás reconocer a copias de Superman (Hyperion), Linterna Verde (Dr. Spectrum), Wonder Woman (Princesa Poder) o Flash (Zumbador) por poner unos ejemplos.
Gracias a Mark Gruenwald el Escuadrón se ganó su propio lugar en la historia del cómic. De su mano llegó la famosa serie límitada que termino por convertirse casi en algo de culto y obra de referencia. En ella éste variopinto grupo de héroes decide dar un paso más en su misión de ayudar a los demás, tratando de resolver problemas más allá de los que se acostumbra a tratar en un comic: la pobreza, el hambre, la enfermedad... Es la primera aproximación del género de los superhéroes a los matices del autentico poder (no hablamos de superpoderes), y de la responsabilidad que conlleva poseer demasiado de ese poder.
Mi historia parte del final de dicha serie, cuando el Escuadrón tuvo que hacer frente a una entidad cósmica que amenazaba con destruir su universo. Debo confesar (lo creaís o no) que escribí este relato meses antes de tener acceso al cómic original (solo había leido algunos resumenes en el Appendix of the Handbook of Marvel Universe) y creo haber captado perfectamente el tono de la historia. Me tomo algunas libertades,como el hecho de que Arcana aún esté embarazada y no haya dado a luz como en la historia original, pero era algo importante y necesario para las futuras historias planeadas para este equipo.
Sin más os dejo que la leaís. Con vosotros... El Escuadrón Supremo!
Nos llamaban los héroes más poderosos de nuestro planeta. Éramos su primera y definitiva línea de defensa ante cualquier amenaza ... pero, en su hora de mayor necesidad, íbamos a fallarles.
Mi nombre es Hyperion y, junto a mis compañeros, somos conocidos como el Escuadrón Supremo. Durante años, hemos luchado juntos para conseguir hacer de éste, un mundo mejor llegando, incluso, a equivocarnos por exceso de celo. Creía que, después de todo, estaríamos preparados para cosas como ésta... pero veo bien que no...
Me encuentro a miles de km de la superficie de la Tierra, mientras observamos aterrorizados cómo, una extraña entidad proveniente de otra dimensión, amenaza con devorar nuestro sol. La necesidad hace extrañas alianzas y, junto a nosotros, se han reunido tanto aliados como enemigos en nuestro intento desesperado por detenerla. Hay quien decía que con nuestro esfuerzo conjunto podríamos mover planetas. Qué equivocados estaban...
Mi nombre es Stanley Stewart y soy el más rápido hombre vivo pero me temo que ya no lo seré por mucho más tiempo...
Ahora que puedo ver mi vida en perspectiva, he tenido una buena vida. Desde que hace años quedé atrapado dentro de una misteriosa nube y adquirí la capacidad de moverme a grandes velocidades, un mundo de maravillas se abrió ante mí. Tengo que reconocer que no estaba muy convencido, al principio, con todo ésto de los disfraces pero con el tiempo, ese viejo traje amarillo fue como mi segunda piel. Con él, mi límite parecía ser el cielo y la vida siempre parecía nueva y excitante. Sólo la aparición de Madelyne podía acelerarme mi corazón más allá del pensamiento. Con ese traje conocí también a aquellos a los que fueron mis amigos y son ahora como mi familia.
Y ahora estoy aquí, colgado en el vacío, observando cómo nuestro último intento de detener la mayor amenaza a la que nos hemos enfrentado, fracasa estrepitosamente. Quince años de investigación de la mente más brillante de la Tierra, en un mundo donde cualquier sueño científico es ya una realidad, el poder combinado de todos los seres sobrehumanos del planeta... y no somos capaces de detener a esa ... cosa que está consumiendo nuestro universo. En mis manos, el aparato que nos salvaría, acaba de volar en pedazos, al igual que el del resto de mis compañeros. No me hace falta ver el rostro de mis compañeros para saber que están tan asustados como yo.
- ¡¡No puede ser!!. ¡¡Es imposible!!. ¡¡No debían alcanzar masa crítica tan pronto!!. ¡¡No debían fallar!!. ¡¡NO DEBÍAN FALLAR!!!- exclamaba horrorizado Burbank, presa del pánico.
- Pues han fallado. Y con ellas, pueden haberse ido nuestra última oportunidad- dijo Hyperion con una frialdad inquietante.
- ¡¡¡BURBANK, ESTÚPIDO!!!. ¡¡Puse en tus manos los conocimientos de todas las eras!!. Puse a tu disposición todo el tiempo del universo con tal que no fallases.. ¡¡Y es lo único que has hecho!!. ¿¿¿NO TE DAS CUENTA QUE SE NOS AGOTADO EL TIEMPO???- la voz chillona del Centurión Escarlata llenó las comunicaciones, reflejo del terror que nos iba inundando a todos.
- No corras tanto, Centurión. Quizás tengamos una oportunidad. Tu tecnología de crono - desplazamiento podría ser la clave. Sólo debes...- le increpó Hyperion.
- ¡¡Eso es!!. Quizás con estos segundos haya tiempo...- murmuró el Centurión, mientras manipulaba los controles del mecanismo-. Éste es vuestro fin, escoria. No sé cómo pude creer que estaríais a mi altura...
- ¡¡¡¡NOOOO!!!!. ¡¡¡Llévame contigo!!!. ¡¡¡¡NO quiero morir!!!!- gritó Burbank, mientras se lanzaba inútilmente contra la etérea figura del Centurión, mientras éste se lanzaba a la corriente temporal.
Como única respuesta, Hyperion gruñó de desprecio. Incomprensiblemente distante, se dispuso a dar órdenes para continuar.
- Espectro, tú...
-SKREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEAAAAARRRGGHHHH....!!!!!!!!!
>¡clic!< Los comunicadores quedaron sobrecargados con el último grito de Lady Alondra. Ninguno lo vimos directamente pero nadie pudo quitarse su imagen de la cabeza, imaginando la agonía que la invadía mientras su cuerpo era consumido por la anomalía. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, siendo por primera vez consciente que probablemente no saldríamos de ésta. La cabeza me zumbaba y comencé a notar cómo la sangre comenzaba a brotar por mis oídos. El grito de Alondra no sólo había terminado con nuestras comunicaciones, sino que casi acaba con nosotros. Aturdido, no pude hacer caso a las llamadas que mis compañeros me hacían. Aterrado, me dí cuenta que también se había hecho tarde para mí. La anomalía continuaba creciendo y notaba cómo su fuerza de atracción tiraba de mí. Intenté huir de allí, alejarme de su horizonte final pero resultaba inútil. No tenía velocidad suficiente para escapar. Y por primera vez en muchos años, odié este traje. Lo odié porque me había separado de tí, de tí y de nuestra preciosa Tina. Lo odié porque me estaba robando vuestros últimos abrazos, vuestros últimos besos. Oh, Maddye!. Ojalá pudiese estar con vosotras... Sé que ésto es el fin y no deberíais estar solas. Sólo pido que sea rápido y que no sufráis. Sé que os he fallado y ya no podré enmendarme por ello. Así que decido que termine aquí. Si he de morir será como yo decida. Si no voy a poder hacer nada por evitarlo, será mejor terminar ya. Me doy la vuelta y encaro la anomalía, lanzándome a toda velocidad contra ella. A mi impulso se une la fuerza de atracción de la anomalía, haciéndome ir cada vez más rápido, pulverizando mis límites... Y por un instante, desaparece el miedo y lo único que queda es la sensación de libertad, sin límites, algo que no vivía desde los primeros días de mi carrera como corredor. Siento que el mundo está a mis pies y que todo parece estar en su sitio al fin. Sí, puedo decir que he tenido una vida estupenda pero todo a sido gracias a tí. Te quiero, Madelyne.
>¡clic!< Los comunicadores quedaron sobrecargados con el último grito de Lady Alondra. Ninguno lo vimos directamente pero nadie pudo quitarse su imagen de la cabeza, imaginando la agonía que la invadía mientras su cuerpo era consumido por la anomalía. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, siendo por primera vez consciente que probablemente no saldríamos de ésta. La cabeza me zumbaba y comencé a notar cómo la sangre comenzaba a brotar por mis oídos. El grito de Alondra no sólo había terminado con nuestras comunicaciones, sino que casi acaba con nosotros. Aturdido, no pude hacer caso a las llamadas que mis compañeros me hacían. Aterrado, me dí cuenta que también se había hecho tarde para mí. La anomalía continuaba creciendo y notaba cómo su fuerza de atracción tiraba de mí. Intenté huir de allí, alejarme de su horizonte final pero resultaba inútil. No tenía velocidad suficiente para escapar. Y por primera vez en muchos años, odié este traje. Lo odié porque me había separado de tí, de tí y de nuestra preciosa Tina. Lo odié porque me estaba robando vuestros últimos abrazos, vuestros últimos besos. Oh, Maddye!. Ojalá pudiese estar con vosotras... Sé que ésto es el fin y no deberíais estar solas. Sólo pido que sea rápido y que no sufráis. Sé que os he fallado y ya no podré enmendarme por ello. Así que decido que termine aquí. Si he de morir será como yo decida. Si no voy a poder hacer nada por evitarlo, será mejor terminar ya. Me doy la vuelta y encaro la anomalía, lanzándome a toda velocidad contra ella. A mi impulso se une la fuerza de atracción de la anomalía, haciéndome ir cada vez más rápido, pulverizando mis límites... Y por un instante, desaparece el miedo y lo único que queda es la sensación de libertad, sin límites, algo que no vivía desde los primeros días de mi carrera como corredor. Siento que el mundo está a mis pies y que todo parece estar en su sitio al fin. Sí, puedo decir que he tenido una vida estupenda pero todo a sido gracias a tí. Te quiero, Madelyne.
Mi nombre es Joseph Ledger y soy el cobarde más grande del mundo.
Sé que si cualquiera me oyese decir esto, pensaría que estoy loco. Después de todo, soy un maldito superhéroe, ¿no?. Y antes de eso fuí astronauta. Así que no hay nada en mi maldito currículo que indicase que lo fuese.
Pero, ¿quién no estaría asustado hasta la muerte?. ¡Diablos, esa maldita cosa se está “comiendo” el espacio mismo!. Es como un maldito agujero negro que absorbe cualquier cosa que le arrojamos. Y todavía tenemos que darle gracias a Dios que ha aparecido entre nosotros y el Sol. Si no, absorbería demasiada masa de la estrella y la obligaría explotar. Y en vez de morir al convertirnos en “nada”, moriríamos abrasados en medio de una nova... Menudo consuelo, ¿verdad?.
Nunca me he sentido tan impotente como ahora en toda vida. Y más, desde el día que me regalaron mi prisma de poder, el artefacto más maravilloso de todo el universo. Seguro que mi compañero, Tom Thumb, nos aburriría con una descripción científica larguísima, teorizando hasta el tedio sobre su funcionamiento, pero yo lo describo simplemente como “tener en mis manos un fragmento de la materia con la que se hacen los sueños” porque, básicamente, era eso lo que hacía: hacer realidad cualquier cosa que yo desease. Y un tipo con una imaginación como la mía puede desear muchas cosas, ¿sabes?. ¡Jeje!.
Cierto es que tampoco tenía pensado ponerme unas mallas y salir volando por las ventanas pero, de nuevo, mi maldito sentido de la responsabilidad hizo acto de aparición (¿o te crees que uno va metiéndose en naves espaciales a rescatar alienígenas así porque sí?). Además, Hyperion estaba acaparando todas las portadas de la prensa y todos los programas de televisión. No podía dejarle que acaparase él todo el pastel. No sería justo, ya me entiendes... Sé que al ir enmascarado no podía disfrutar totalmente de esa fama, pero era gratificante observar, desde fuera, toda la admiración con la que me trataba la gente. Muchas veces, tuve la tentación de gritar al mundo que YO era el Doctor Espectro pero nunca tuve el valor suficiente hasta el proyecto Utopía. ¿No os había dicho que era un cobarde?.
Ahora estoy aquí, colgado como una marioneta en el vacía del espacio, con el grito final de Alondra rebotando en mi cabeza, mientras noto cómo mi sangre caliente mancha mi máscara en oídos y nariz. Atontado, veo a Hyperion gesticulando, intentando decirme algo. Trato desesperado de hacerle entender que no puedo oírle, cuando me percato de cuan cerca la Anomalía está próxima a mí. El miedo me invade al sentir su fuerza gravitatoria en mi mismo estómago. Y entonces lo veo. Sólo ha sido un destello, como un borrón, cuando Stanley encara a ese infierno blanco y se lanza dentro de él a máxima velocidad. Grito su nombre con todas mis fuerzas, pero ni él ni yo somos capaces ya de oírlo. El pobre Stanley se ha asustado tanto que ha caído en la locura y ha preferido el suicidio a morir. Yo no quiero morir. ¡NO QUIERO MORIR!.
El grito de Alondra destroza nuestros sistemas de comunicaciones, anulando cualquier posibilidad de reorganizarnos. Si incluso mi fisiología se ha visto afectada por su grito, no puedo imaginar cómo deben de sentirse mis compañeros. Trato de darles unos segundos para recuperarse pero me temo que son unos segundos todo lo que nos queda. Intento ponerme en contacto con Espectro pero parece estar demasiado afectado, demasiado aturdido. ¡Tiene que recuperarse!. ¡No nos queda tiempo!.
Su rostro de repente cambia. Está viendo algo que lo aterra. Desconcertado, soy testigo de la muerte de otro buen hombre: la última carrera del Zumbador. Lástima, era un gran hombre pero no tenemos tiempo de lamentarnos. Si Espectro pudiese utilizar su prisma para... Pero Espectro ya no está. Quizás la pérdida de su amigo haya sido demasiado para él. Lo observó alejándose a máxima velocidad. Pensé que podrían aguantar más. Con él veo alejarse cualquier oportunidad de éxito. Me quedo en silencio observando la Anomalía, con el sabor agrio del fracaso como plomo sobre mis hombros. Soy Hyperion, el hombre más poderoso de la Tierra. Toda mi vida la he dedicado a ayudar a aquellos que no podían. Nunca me he rendido, pues con mis poderes siempre encontraba el modo de salir victorioso. Pero no esta vez. Con toda mi fuerza no puedo hacer nada contra esta fuerza de la naturaleza.
Sé que si cualquiera me oyese decir esto, pensaría que estoy loco. Después de todo, soy un maldito superhéroe, ¿no?. Y antes de eso fuí astronauta. Así que no hay nada en mi maldito currículo que indicase que lo fuese.
Pero, ¿quién no estaría asustado hasta la muerte?. ¡Diablos, esa maldita cosa se está “comiendo” el espacio mismo!. Es como un maldito agujero negro que absorbe cualquier cosa que le arrojamos. Y todavía tenemos que darle gracias a Dios que ha aparecido entre nosotros y el Sol. Si no, absorbería demasiada masa de la estrella y la obligaría explotar. Y en vez de morir al convertirnos en “nada”, moriríamos abrasados en medio de una nova... Menudo consuelo, ¿verdad?.
Nunca me he sentido tan impotente como ahora en toda vida. Y más, desde el día que me regalaron mi prisma de poder, el artefacto más maravilloso de todo el universo. Seguro que mi compañero, Tom Thumb, nos aburriría con una descripción científica larguísima, teorizando hasta el tedio sobre su funcionamiento, pero yo lo describo simplemente como “tener en mis manos un fragmento de la materia con la que se hacen los sueños” porque, básicamente, era eso lo que hacía: hacer realidad cualquier cosa que yo desease. Y un tipo con una imaginación como la mía puede desear muchas cosas, ¿sabes?. ¡Jeje!.
Cierto es que tampoco tenía pensado ponerme unas mallas y salir volando por las ventanas pero, de nuevo, mi maldito sentido de la responsabilidad hizo acto de aparición (¿o te crees que uno va metiéndose en naves espaciales a rescatar alienígenas así porque sí?). Además, Hyperion estaba acaparando todas las portadas de la prensa y todos los programas de televisión. No podía dejarle que acaparase él todo el pastel. No sería justo, ya me entiendes... Sé que al ir enmascarado no podía disfrutar totalmente de esa fama, pero era gratificante observar, desde fuera, toda la admiración con la que me trataba la gente. Muchas veces, tuve la tentación de gritar al mundo que YO era el Doctor Espectro pero nunca tuve el valor suficiente hasta el proyecto Utopía. ¿No os había dicho que era un cobarde?.
Ahora estoy aquí, colgado como una marioneta en el vacía del espacio, con el grito final de Alondra rebotando en mi cabeza, mientras noto cómo mi sangre caliente mancha mi máscara en oídos y nariz. Atontado, veo a Hyperion gesticulando, intentando decirme algo. Trato desesperado de hacerle entender que no puedo oírle, cuando me percato de cuan cerca la Anomalía está próxima a mí. El miedo me invade al sentir su fuerza gravitatoria en mi mismo estómago. Y entonces lo veo. Sólo ha sido un destello, como un borrón, cuando Stanley encara a ese infierno blanco y se lanza dentro de él a máxima velocidad. Grito su nombre con todas mis fuerzas, pero ni él ni yo somos capaces ya de oírlo. El pobre Stanley se ha asustado tanto que ha caído en la locura y ha preferido el suicidio a morir. Yo no quiero morir. ¡NO QUIERO MORIR!.
El grito de Alondra destroza nuestros sistemas de comunicaciones, anulando cualquier posibilidad de reorganizarnos. Si incluso mi fisiología se ha visto afectada por su grito, no puedo imaginar cómo deben de sentirse mis compañeros. Trato de darles unos segundos para recuperarse pero me temo que son unos segundos todo lo que nos queda. Intento ponerme en contacto con Espectro pero parece estar demasiado afectado, demasiado aturdido. ¡Tiene que recuperarse!. ¡No nos queda tiempo!.
Su rostro de repente cambia. Está viendo algo que lo aterra. Desconcertado, soy testigo de la muerte de otro buen hombre: la última carrera del Zumbador. Lástima, era un gran hombre pero no tenemos tiempo de lamentarnos. Si Espectro pudiese utilizar su prisma para... Pero Espectro ya no está. Quizás la pérdida de su amigo haya sido demasiado para él. Lo observó alejándose a máxima velocidad. Pensé que podrían aguantar más. Con él veo alejarse cualquier oportunidad de éxito. Me quedo en silencio observando la Anomalía, con el sabor agrio del fracaso como plomo sobre mis hombros. Soy Hyperion, el hombre más poderoso de la Tierra. Toda mi vida la he dedicado a ayudar a aquellos que no podían. Nunca me he rendido, pues con mis poderes siempre encontraba el modo de salir victorioso. Pero no esta vez. Con toda mi fuerza no puedo hacer nada contra esta fuerza de la naturaleza.
Procedo de una civilización carente de penalidades: no conocíamos el hambre, la enfermedad o la guerra. Desde siempre soñé con ser un faro de esperanza para los hombres, indicándoles que un mundo mejor era posible... pero ya no queda esperanza y ningún nuevo mundo será ya posible.
Mi nombre es Zarda, aunque los periódicos se empeñaron en llamarme Princesa Poder. Nunca me gustó ese apelativo. Me parecía demasiado ostentoso pero no pude evitar que se popularizase. De todos mis compañeros, soy la que tiene más experiencia.
La primera vez que abandoné Utopía fue en 1920 como parte del séquito de nuestro embajador a la creación Sociedad de Naciones. Un loable intento por parte de la sociedad humana para encontrar la paz, la armonía y la construcción de un mundo mejor. El gobierno utopiano apoyaba esa propuesta, pues esos han sido los ideales defendidos por mi pueblo desde siempre. En aquella ocasión quedé fascinada por la visceralidad de su cultura, tan apasionada e imprevisible. Todos estábamos de acuerdo que tenía un gran potencial. Es por eso que decidí quedarme con vosotros cuando mi pueblo decidió emigrar al espacio en 1945, cuando descubristeis las aplicaciones militares de la energía atómica. Erais como niños empuñando armas de fuego, inconscientes sobre las consecuencias de su uso. Yo fuí la única que continúo creyendo en vuestro potencial, lo suficiente como para renunciar a todo.
Nunca me arrepentí de mi decisión. Aquí, en vuestro mundo, descubrí la camaradería, la amistad, el espíritu de superación del hombre... Y también conocí el alma más noble que encontré jamás: Howard Shelton. Los años con él fueron los más maravillosos de mi larga vida.
Pero a pesar de todo, lo que yo quería era marcar una diferencia. Y ahora que me enfrento a mis últimos momentos, veo que he fracasado: el proyecto Utopía, en el que intenté imponer al mundo mi visión del mismo, no llegó a buen término. No puedo imponer mi sueño. La humanidad no puede valorar el mundo perfecto si no lo alcanza ella misma. Lástima que tuviesen que sufrir tantos para que me diese cuenta.
Observo a través de la pantalla del visor, horrorizada, cómo la ola de energía termina con la vida de mis amigos: Alondra, Zumbador, Hyperion... Mark se limitó a permanecer inmóvil, estático, colgado en el espacio esperando a que la anomalía lo alcanzase. Si incluso él se ha rendido...
Descorazonada, me hundo en el asiento, sumergida en tales pensamientos. A mi alrededor, el aire se inunda con el olor del ozono, provocado por los continuos chispazos que lanza el malogrado sistema de comunicaciones, mezclado con el exótico olor del incienso y otras hierbas que inundan mis sentidos.
Me giro para contemplar una escena más bizarra aún que la que hace unos momentos contemplaba fuera de la nave: un habitáculo no más de 6 metros de largo, apenas iluminado por las ráfagas de los chispazos eléctricos y la luz de las pantallas, carentes de señal alguna, con los restos del cuerpo de la difunta Inercia esparcidos por todas partes recubriendo con su sangre, desde cuerpos humanos a consolas; un gimoteante Emil Burbank, la que todos consideraban mente más privilegiada del mundo, llorando como un niño desconsolado agazapado en un rincón y, al fondo del todo, con todos los asientos arrancados para dejar un espacio a su alrededor, un anciano de piel oscura y ajada por el tiempo permanece postrado en el suelo. La sangre de Inercia destaca sobre sus coloridas vestimentas: rojo sangre sobre carmesí y oro. Con los brazos alzados, sus manos ensangrentadas se agitan compulsivamente, lanzando pequeñas gotas contra los numerosos símbolos y runas que ha escrito en suelos, techo y paredes utilizando tan grotesco líquido, dando a la estancia un aspecto realmente desagradable bajo tan mortecina luz. Sus labios no paran de moverse con un cántico en una lengua antigua cuando el mundo aún era joven. Palabras que introducen aunque no quieras en tu cabeza, resonando en tu mente, trayendo imágenes de un mundo más antiguo que el mismo hombre, inundando tu alma de un terror primigenio que es preciso olvidar... Tapo mis oídos intentando escapar de esa locura, aunque una parte de mí le da la bienvenida como huida de esta horrible realidad.
Su amuleto, el llamado “Tercer Ojo”, flota ante él envuelto en una luz crepuscular. Según cuentan, este amuleto, una joya en forma de ojo humano encerrado en un triángulo invertido, permite a quien lo posee, ver y acceder a niveles de consciencia y conocimiento muy superiores al hombre. Muy pocos hombres han podido desarrollar su espíritu y consciencia como para aprender a utilizarlo, y todos aquellos que lo han conseguido, han sido ampliamente respetados por los Utopianos.
Imam se ganó mi respeto ya hace tiempo, cuando le conocí durante la segunda Gran Guerra pero el tiempo nos distanció, pues nunca llegué a comprender su pasividad ante los problemas de los hombres. El término por apartarse de todo y de todos... pero doy gracias porque, en estos momentos, haya aparecido. Nunca creí demasiado en sus historias a pesar de haber contemplado con él las cosas más extrañas.
Frente a él, asustada y a medio camino de un estado de trance, se encuentra mi amiga y compañera Arcana Jones. Nunca debimos traerla a este infierno y menos en su estado.
Ésto ya no es divertido...
Tengo que reconocerlo. Ésto empezó siendo un juego. Junto a mi marido y a mi familia me dedicaba a resolver pequeños misterios. Dios, si parecíamos una mala serie de tv... De siempre la magia ha sido parte de mi familia pero yo fuí de la primera que dejó de ocultarse. La aparición del Escuadrón Supremo, la organización de posthumanos más grande desde la Agencia Dorada, propicio el clima favorable para que gente como yo, gente asustada con habilidades especiales, pudiese salir a la luz. Solo me prometí una cosa: que lo dejaría el mismo día que pusiese en peligro a mi familia. Y mira dónde estoy ahora...
Conozco a Imam casi desde siempre. Sé que ha tenido tratos con mi familia desde hace casi demasiados años para recordarlo. De pequeña recuerdo sus fugaces visitas a casa, como ese abuelo lejano que viene cargado de regalos. Siempre consintiéndonos todo con una sonrisa en los labios... sonrisa que desaparecía de la cara de mi madre en cuanto él aparecía, pero yo era demasiado pequeña para darle importancia a ese tipo de cosas en ese momento. No tenía ni idea de lo que me esperaba.
Pero si me llegan a contar algo así, no me lo hubiese creído. Mírame aquí, sentada, a punto de romper aguas en cualquier momento pero, en vez de estar cómodamente esperando en un hospital, me dejo convencer por un octogenario para viajar al espacio profundo pues dice que puede comunicarse con una Anomalía cósmica que amenaza con engullir este plano. ¡AGH! Por favor, no nazcas ahora.
Las energías arcanas que Imam ha involucrado en este ritual son demasiado poderosas para mí. Siento que si pierdo la concentración estas energías podrían volverse contra nosotros y nos destruirían; pero los dolores empiezan a ser demasiado intensos. Se me agota el tiempo y no sé si podremos lograrlo. Busco a Zarda con la mirada, necesitando consuelo. Cuánta razón tenías amiga mía. Debía haberme quedado en la Tierra.
¡Agh!. Un nuevo dolor. ¡Concéntrate Arcana!. Imam ha dejado de susurrar el conjuro. Parece que ha tenido éxito y ha establecido contacto con la Anomalía. Balbucea cosas sin sentido: poder de las estrellas... padre e hijo... sol negro... búsqueda de poder... Nombres: Savage... Lucinda... Raymond... Pegasus... Lightner... proyector enésimo... nuevas dimensiones... más poder... el fin de todo una y otra vez... pero ¿qué delirio es éste?. No tiene sentido...
¡¡IMAM!!. ¡La entidad o la energía utilizada han sido demasiado hasta para él!. La sangre mana a borbotones a través de su piel. Sus ojos desaparecen debajo de lágrimas carmesí, mientras sus palabras se ahogan en un reguero rojo que parte de su boca. Sin vida, su cuerpo se desploma rompiendo el círculo de invocación y desatando, sin control, la energía mística acumulada. El fuego inunda la nave y yo me encuentro demasiado exhausta para continuar...
- Arcana, ¿qué ha ocurrido?.
-Se acabó, amiga mía. Hemos fallado. No la hemos podido parar...- la dije sollozando.
- Sshhh... mi niña. Tranquila. Lo intentamos, Arcana. Hicimos más de lo que se podía esperar...
- ¿Tienes miedo?.
- Claro, pero es bueno tener miedo.
La Anomalía se encuentra ya cerca. Su luz ilumina toda la cabina, mientras comienza a absorber el casco de la nave. Zarda alza su escudo para protegernos, más por puro instinto, que por otra cosa, pues sabe que será del todo inútil.
- Sólo siento no haber vivido lo suficiente para ver nacer a mi hijo...
... En algún lugar de la estepa rusa, pocos minutos después de la medianoche.
La piel me arde. El aire está impregnado del olor a tierra, madera y pelo quemado. Si alguna vez alguien me hubiese preguntado qué se sentía al estar muerto, nunca hubiese dicho algo así. Noto a Arcana revolviéndose entre mis brazos y comprendo, que al final, en el último segundo, como siempre, algo había funcionado y habíamos salvado el día.
Pero al abrir los ojos, me dí cuenta que ya no estábamos en una nave espacial. Alrededor nuestro, en un radio de al menos trescientos metros, todo estaba calcinado. Aquí y allá podía observar los árboles chamuscados y vencidos por una misteriosa fuerza, como si algo hubiese explotado, justo en medio del bosque y lo hubiese afectado a todo. Nuestros cuerpos estaban cubiertos de una fina capa de ceniza, restos de la vegetación circundante y de nuestros propios uniformes. Sólo la increíble resistencia del material con el que fabricaron mi escudo, había protegido nuestros rostros de aquello que había hecho arder todo. Pero, ¿dónde estamos? El aire es frío. Trato de fijarme en la espesura, intentando identificar alguna especie autóctona que me indique donde estoy. La luz de las estrellas apenas es apagada por los pequeños fuegos que se alimentan de los restos del follaje y la maleza que quedan en el claro. Gracias a su tenue luz puedo fijarme en dos objetos que comienzan a moverse. Mi cuerpo se tensa al entrar en guardia. Reconozco ambos objetos como cuerpos humanos. Uno de ellos permanece retorciéndose en el suelo mientras el otro comienza a alzarse. Parece alguien muy voluminoso, de fuerte complexión y gran tamaño. Se alza con suma facilidad, como si el fuego que nos ha cubierto ni lo afectase. Gira su cabeza hacía las estrellas y tras ello, se vuelve de modo que las llamas iluminan su rostro. Y el familiar rostro de Mark me saluda, iluminándome la cara con una sonrisa.
- ¡No!. ¡No!. NOOOOOOOOOOOOOOAAAAAHHHHHHH....!!!!!!!
A mis pies, Arcana comienza a revolverse, presa de la histeria. Me lanzo sobre ella, tratando de sujetarla para evitar que se haga daño al rodar por el suelo aún en llamas en algunos lados. Su rostro, tiznado ahora con toda la ceniza del suelo, se me muestra desencajado, presa de un terror incomprensible. Y su voz, antes un espantoso grito, pasa ahora a ser un murmullo que repite sin parar: “...mi hijo...ya no esta mi hijo...”.
Horrorizada ahora, compruebo cómo su otrora visible barriga había desaparecido, como si nunca hubiese estado embarazada. Sus uñas, frenéticas, laceraban su piel buscando algo que ya no estaba. Durante un momento vacilo pero termino por abrazarla tan fuerte como pueda, intentando consolarla del vacío que de repente debe sentir en su interior. Busco, sin saber qué decir, palabras que la consuelen, sabiendo únicamente que serán totalmente inútiles. Sólo, cuando sus lágrimas comienzan a brotar, me tranquilizo pero no puedo imaginar cómo Mark puede estar ahí todavía, parado e impasible como si no le importase.
Un nuevo estertor del otro cuerpo, saca a Mark de su inmovilismo. Con paso firme se dirige al otro extremo del claro, donde ayuda al otro individuo a levantarse. Sólo cuando se aproximan puedo discernir que no es otro que Stan, con todo el cuerpo cubierto de quemaduras y el uniforme destrozado. De todos nosotros, es el que visiblemente ha quedado más afectado, al carecer de una piel invulnerable o un escudo irrompible que absorbiese el daño. Pero hay algo en mi mirada vacía que me indica que puede haber incluso más aún...
- ¿Qué ha ocurrido, Mark?. ¿Dónde estamos?.
- Sé poco más que tú, Princesa Poder. Evidentemente la Anomalía ha funcionado como algún tipo de portal... He intentado orientarme pero hay algo extraño en el cielo, algo que no identifico...
- ¿Tus gafas?. - Cogí el visor entre mis manos, mientras entraba en la Anomalía. Gracias a eso ha conseguido resistir algo más que nuestros uniformes. Los sensores están algo chamuscados pero aún funcionan.
- ¿Qué haremos ahora?. - Lo más lógico sería averiguar en qué lugar nos encontramos. Zumbador y Arcana están demasiado afectados, así que deberemos hacernos cargo de ellos. Buscaremos refugio y luego decidiremos cuál será nuestro siguiente paso.
Y así nos elevamos en el aire, silenciosos y cabizbajos, mientras nuestros pensamientos vuelan hacía el destino de los compañeros y seres queridos que dejamos atrás. ¿Habrán sucumbido como vaticinó que ocurriría Burbank o se encontraban como nosotros, perdidos en un lugar extraño?. Esa es la idea que me invade mientras permanezco en el aire sosteniendo a Arcana y a Stan mientras Hyperion se eleva para tener una mayor perspectiva y localizar algún refugio o centro urbano. Desde ahí puedo observar lo mismo que había visto Mark desde la superficie: hay algo en el cielo que no es normal, antinatural. No sé cómo describirlo pero es algo siniestro. Ambos comentamos la posibilidad de que, incluso, se trate de nuestro propio mundo pero modificado por la Anomalía, mientras nos dirigimos a una pequeña edificación que ha detectado a unos kilómetros al oeste.
El aspecto que nos ofrecía la pequeña granja era de semiabandono. Carente de cualquier luz, con las ventanas clausuradas y una entrada a la misma descuidada, con malas hierbas por todas partes, nos hizo lamentar que en este lugar no encontraríamos la ayuda necesaria pero el estado en que se encontraban nuestros compañeros, nos aconsejaba buscar refugio allí, al menos hasta que fuese llegase el día.
Con suma facilidad, Mark arrancó de sus goznes la destartalada puerta... sólo para recibir dos impactos de bala directamente al estómago.
El llanto de un niño comienza a surgir desde algún lugar en el subsuelo de la vivienda. La voz de una mujer se superpone, intentando calmarla. El granjero, nervioso, se retira hacia el fondo de la habitación, con las manos temblando mientras intenta recargar la escopeta, gritando hacia las voces que han comenzado a oírse. Eso es todo lo que me hacía falta.
Gracias a mi formación como embajadora de Utopía, son muchos los idiomas que manejo con total naturalidad. No es éste el caso pero parece que entiendo lo suficiente como para tratar de calmarle.
- ¡¡¡Un momento por favor!!!. ¡¡No vamos a hacerle ningún daño!!.
Y ese fue el modo en el que conocimos a los Murashkevich, Alexei, Kalinkha y la pequeña Alena. Una vez pasaron los primeros instantes de miedo y confusión, nos ofrecieron su ayuda de la forma más altruista posible. Y a través de ellos, supimos por primera vez, de la Gran Barrera y de cómo ésta había cambiado el mundo. Supimos del miedo, de la hambruna y del caos que se había apoderado de aquellas zonas más despobladas. Sin un sol que alimente los campos, las cosechas poco a poco se habían ido perdiendo. Nos hablaron de la caída de los gobiernos, del nacimiento de caciques en aquellas zonas rurales y de los saqueos por parte de estos en busca de alimentos. Mark y yo nos miramos. Nos resultaba todo demasiado familiar. Habíamos visto cosas así ya en nuestro mundo después de la llegada de Mente Suprema. No esperábamos tener que vivirlo de nuevo...
El delicioso olor de comida caliente inundó la habitación. En la puerta, Kalinkha nos invitaba a compartir la mesa con ellos. A pesar de todas las penalidades que nos habían contado, ella nos procuraba todo un banquete dentro de sus posibilidades. ¡Qué nobleza la suya! Sin hacer preguntas, ofrecían toda su hospitalidad a unos extraños como nosotros. La sopa caliente reconfortó nuestros espíritus más que nuestros cuerpos, y nos dimos cuenta entre todos de aquellos trozos de carne seca y verduras cocidas que había sobre la mesa.
Una emisora de radio de onda corta en el sótano, interrumpió la cena con su ruido infernal. Alexei se dirigió a contestar la llamada mientras Kalinkha nos explicaba que ese era el único sistema de comunicación que tenían en ese momento. El teléfono y la televisión, habían dejado de funcionar hace semanas. Gracias a ella, podían recibir avisos de sus vecinos sobre la llegada de los saqueadores y así ponerse a salvo antes de que llegasen.
Alexei volvió con cara de preocupación. Al parecer, había cosas peores que los saqueadores esperándoles allí fuera. Nos explicó que, con la llegada de la Barrera, muchas eran las criaturas fantásticas que habían aparecido por todas partes. Y entre ellas, las más peligrosas eran los dragones. Recorrían el norte de Europa, atacando furtivamente pequeñas poblaciones en busca de alimento. Y parece ser que había dos de ellos atacando una población cercana.
El rostro de Mark se llenó de determinación.
- Pregúntale dónde están.
- ¿Cómo dices?. ¿Estás pensando en ir?. Mark, no puedes. Debes descansar. Después de por lo que hemos pasado...
- Precisamente por lo que hemos pasado, no lo podemos permitir.
Alexei le señaló unas luces al fondo del valle desde la entrada de la casa. Sin despedirse, Hyperion alzó el vuelo. Yo quedé allí, para cuidar a los heridos. Pero en ese momento estaba más preocupada por él. Había visto algo en su mirada que me preocupa.
Todos en el pueblo corren de un lado a otro. Estaban preparados para los saqueadores pero hasta ahora, los dragones no habían penetrado tanto en tierra firme. Aparecieron de pronto, atacando desde el cielo. No hubo ninguna señal previa de su presencia, ni tiempo para dar la alarma.
Mientras mujeres y niños corren despavoridos por las calles, todavía algunos valientes tratan de hacer frente a las criaturas con sus armas de fuego. Algunos jóvenes se agrupan cerca de las porquerizas con sus armas en mano esperando poder expulsar a las bestias. Sus gritos de furia llenan la calle mientras descargan sus armas, siendo éstas tan efectivas como los mismos gritos. Su piel es demasiado gruesa para armas tan ligeras y las criaturas ni se inmutan. Por desgracia, la piel humana arde muy bien frente a su aliento, y ninguna de las dos criaturas duda en utilizarlo contra ellos.
En medio de ese caos nadie se percata del proyectil que se acerca, impactando con brutalidad sobre la espalda de la criatura. La otra bestia alza automáticamente el vuelo. Lo observó volando en círculos sobre el pueblo buscándome, mientras la gente grita y huye alrededor mío.
- ¡¡Lárguense de aquí!! ¡¡Váyanse todos!!
¡Maldición! Olvidé que esta gente no entiende mi idioma. Me cercioró que la bestia a mis pies y no volverá a moverse y busco de nuevo a mi amiguito del cielo. Lo veo acercarse. Entra en formación de ataque. No puedo permitir que descargue sus llamas de nuevo sobre el pueblo, no con toda esta gente en la calle. Despego del suelo esperando sorprenderle.
Como esperaba el dragón descarga su aliento sobre mi. Calculo bien la maniobra y mi piel resiste sin problemas el calor. Pero el visor... ¡sin este visor estoy completamente ciego! La lente estalla frente a mí y de repente todo se vuelve oscuro. Siento dos volúmenes de aire enormes moviéndose alrededor mío antes de que algo de increíble fuerza me golpee lanzándome contra el suelo.
Me maldigo mil veces por no haber sido mas cuidadoso. Si no hubiese actuado como un cretino ahora no tendría >¡Ungh!< este enorme problema: 15 toneladas de escamas y garras ya acaban de impactar encima de mi. ¡Sal de aquí! ¡Muévete antes de que te inmovilice! Flexiono los músculos y elevándome consigo escapar de su presa. Quizás no pueda derrotarle, pero ahora que he captado su atención me seguirá a mi en vez de cebarse con el pueblo. Pero vuelo a ciegas. No se cuanto tiempo podré mantener este ritmo sin tener ningún tipo de orientación. Lo único de lo que estoy seguro es de que ese bicho esta detrás de mi. Oigo el batir de sus alas, siento el movimiento del aire que provocan sus alas y su apestoso aliento llega hasta aquí.
Descorazonada, me hundo en el asiento, sumergida en tales pensamientos. A mi alrededor, el aire se inunda con el olor del ozono, provocado por los continuos chispazos que lanza el malogrado sistema de comunicaciones, mezclado con el exótico olor del incienso y otras hierbas que inundan mis sentidos.
Me giro para contemplar una escena más bizarra aún que la que hace unos momentos contemplaba fuera de la nave: un habitáculo no más de 6 metros de largo, apenas iluminado por las ráfagas de los chispazos eléctricos y la luz de las pantallas, carentes de señal alguna, con los restos del cuerpo de la difunta Inercia esparcidos por todas partes recubriendo con su sangre, desde cuerpos humanos a consolas; un gimoteante Emil Burbank, la que todos consideraban mente más privilegiada del mundo, llorando como un niño desconsolado agazapado en un rincón y, al fondo del todo, con todos los asientos arrancados para dejar un espacio a su alrededor, un anciano de piel oscura y ajada por el tiempo permanece postrado en el suelo. La sangre de Inercia destaca sobre sus coloridas vestimentas: rojo sangre sobre carmesí y oro. Con los brazos alzados, sus manos ensangrentadas se agitan compulsivamente, lanzando pequeñas gotas contra los numerosos símbolos y runas que ha escrito en suelos, techo y paredes utilizando tan grotesco líquido, dando a la estancia un aspecto realmente desagradable bajo tan mortecina luz. Sus labios no paran de moverse con un cántico en una lengua antigua cuando el mundo aún era joven. Palabras que introducen aunque no quieras en tu cabeza, resonando en tu mente, trayendo imágenes de un mundo más antiguo que el mismo hombre, inundando tu alma de un terror primigenio que es preciso olvidar... Tapo mis oídos intentando escapar de esa locura, aunque una parte de mí le da la bienvenida como huida de esta horrible realidad.
Su amuleto, el llamado “Tercer Ojo”, flota ante él envuelto en una luz crepuscular. Según cuentan, este amuleto, una joya en forma de ojo humano encerrado en un triángulo invertido, permite a quien lo posee, ver y acceder a niveles de consciencia y conocimiento muy superiores al hombre. Muy pocos hombres han podido desarrollar su espíritu y consciencia como para aprender a utilizarlo, y todos aquellos que lo han conseguido, han sido ampliamente respetados por los Utopianos.
Imam se ganó mi respeto ya hace tiempo, cuando le conocí durante la segunda Gran Guerra pero el tiempo nos distanció, pues nunca llegué a comprender su pasividad ante los problemas de los hombres. El término por apartarse de todo y de todos... pero doy gracias porque, en estos momentos, haya aparecido. Nunca creí demasiado en sus historias a pesar de haber contemplado con él las cosas más extrañas.
Frente a él, asustada y a medio camino de un estado de trance, se encuentra mi amiga y compañera Arcana Jones. Nunca debimos traerla a este infierno y menos en su estado.
Ésto ya no es divertido...
Tengo que reconocerlo. Ésto empezó siendo un juego. Junto a mi marido y a mi familia me dedicaba a resolver pequeños misterios. Dios, si parecíamos una mala serie de tv... De siempre la magia ha sido parte de mi familia pero yo fuí de la primera que dejó de ocultarse. La aparición del Escuadrón Supremo, la organización de posthumanos más grande desde la Agencia Dorada, propicio el clima favorable para que gente como yo, gente asustada con habilidades especiales, pudiese salir a la luz. Solo me prometí una cosa: que lo dejaría el mismo día que pusiese en peligro a mi familia. Y mira dónde estoy ahora...
Conozco a Imam casi desde siempre. Sé que ha tenido tratos con mi familia desde hace casi demasiados años para recordarlo. De pequeña recuerdo sus fugaces visitas a casa, como ese abuelo lejano que viene cargado de regalos. Siempre consintiéndonos todo con una sonrisa en los labios... sonrisa que desaparecía de la cara de mi madre en cuanto él aparecía, pero yo era demasiado pequeña para darle importancia a ese tipo de cosas en ese momento. No tenía ni idea de lo que me esperaba.
Pero si me llegan a contar algo así, no me lo hubiese creído. Mírame aquí, sentada, a punto de romper aguas en cualquier momento pero, en vez de estar cómodamente esperando en un hospital, me dejo convencer por un octogenario para viajar al espacio profundo pues dice que puede comunicarse con una Anomalía cósmica que amenaza con engullir este plano. ¡AGH! Por favor, no nazcas ahora.
Las energías arcanas que Imam ha involucrado en este ritual son demasiado poderosas para mí. Siento que si pierdo la concentración estas energías podrían volverse contra nosotros y nos destruirían; pero los dolores empiezan a ser demasiado intensos. Se me agota el tiempo y no sé si podremos lograrlo. Busco a Zarda con la mirada, necesitando consuelo. Cuánta razón tenías amiga mía. Debía haberme quedado en la Tierra.
¡Agh!. Un nuevo dolor. ¡Concéntrate Arcana!. Imam ha dejado de susurrar el conjuro. Parece que ha tenido éxito y ha establecido contacto con la Anomalía. Balbucea cosas sin sentido: poder de las estrellas... padre e hijo... sol negro... búsqueda de poder... Nombres: Savage... Lucinda... Raymond... Pegasus... Lightner... proyector enésimo... nuevas dimensiones... más poder... el fin de todo una y otra vez... pero ¿qué delirio es éste?. No tiene sentido...
¡¡IMAM!!. ¡La entidad o la energía utilizada han sido demasiado hasta para él!. La sangre mana a borbotones a través de su piel. Sus ojos desaparecen debajo de lágrimas carmesí, mientras sus palabras se ahogan en un reguero rojo que parte de su boca. Sin vida, su cuerpo se desploma rompiendo el círculo de invocación y desatando, sin control, la energía mística acumulada. El fuego inunda la nave y yo me encuentro demasiado exhausta para continuar...
- Arcana, ¿qué ha ocurrido?.
-Se acabó, amiga mía. Hemos fallado. No la hemos podido parar...- la dije sollozando.
- Sshhh... mi niña. Tranquila. Lo intentamos, Arcana. Hicimos más de lo que se podía esperar...
- ¿Tienes miedo?.
- Claro, pero es bueno tener miedo.
La Anomalía se encuentra ya cerca. Su luz ilumina toda la cabina, mientras comienza a absorber el casco de la nave. Zarda alza su escudo para protegernos, más por puro instinto, que por otra cosa, pues sabe que será del todo inútil.
- Sólo siento no haber vivido lo suficiente para ver nacer a mi hijo...
... En algún lugar de la estepa rusa, pocos minutos después de la medianoche.
La piel me arde. El aire está impregnado del olor a tierra, madera y pelo quemado. Si alguna vez alguien me hubiese preguntado qué se sentía al estar muerto, nunca hubiese dicho algo así. Noto a Arcana revolviéndose entre mis brazos y comprendo, que al final, en el último segundo, como siempre, algo había funcionado y habíamos salvado el día.
Pero al abrir los ojos, me dí cuenta que ya no estábamos en una nave espacial. Alrededor nuestro, en un radio de al menos trescientos metros, todo estaba calcinado. Aquí y allá podía observar los árboles chamuscados y vencidos por una misteriosa fuerza, como si algo hubiese explotado, justo en medio del bosque y lo hubiese afectado a todo. Nuestros cuerpos estaban cubiertos de una fina capa de ceniza, restos de la vegetación circundante y de nuestros propios uniformes. Sólo la increíble resistencia del material con el que fabricaron mi escudo, había protegido nuestros rostros de aquello que había hecho arder todo. Pero, ¿dónde estamos? El aire es frío. Trato de fijarme en la espesura, intentando identificar alguna especie autóctona que me indique donde estoy. La luz de las estrellas apenas es apagada por los pequeños fuegos que se alimentan de los restos del follaje y la maleza que quedan en el claro. Gracias a su tenue luz puedo fijarme en dos objetos que comienzan a moverse. Mi cuerpo se tensa al entrar en guardia. Reconozco ambos objetos como cuerpos humanos. Uno de ellos permanece retorciéndose en el suelo mientras el otro comienza a alzarse. Parece alguien muy voluminoso, de fuerte complexión y gran tamaño. Se alza con suma facilidad, como si el fuego que nos ha cubierto ni lo afectase. Gira su cabeza hacía las estrellas y tras ello, se vuelve de modo que las llamas iluminan su rostro. Y el familiar rostro de Mark me saluda, iluminándome la cara con una sonrisa.
- ¡No!. ¡No!. NOOOOOOOOOOOOOOAAAAAHHHHHHH....!!!!!!!
A mis pies, Arcana comienza a revolverse, presa de la histeria. Me lanzo sobre ella, tratando de sujetarla para evitar que se haga daño al rodar por el suelo aún en llamas en algunos lados. Su rostro, tiznado ahora con toda la ceniza del suelo, se me muestra desencajado, presa de un terror incomprensible. Y su voz, antes un espantoso grito, pasa ahora a ser un murmullo que repite sin parar: “...mi hijo...ya no esta mi hijo...”.
Horrorizada ahora, compruebo cómo su otrora visible barriga había desaparecido, como si nunca hubiese estado embarazada. Sus uñas, frenéticas, laceraban su piel buscando algo que ya no estaba. Durante un momento vacilo pero termino por abrazarla tan fuerte como pueda, intentando consolarla del vacío que de repente debe sentir en su interior. Busco, sin saber qué decir, palabras que la consuelen, sabiendo únicamente que serán totalmente inútiles. Sólo, cuando sus lágrimas comienzan a brotar, me tranquilizo pero no puedo imaginar cómo Mark puede estar ahí todavía, parado e impasible como si no le importase.
Un nuevo estertor del otro cuerpo, saca a Mark de su inmovilismo. Con paso firme se dirige al otro extremo del claro, donde ayuda al otro individuo a levantarse. Sólo cuando se aproximan puedo discernir que no es otro que Stan, con todo el cuerpo cubierto de quemaduras y el uniforme destrozado. De todos nosotros, es el que visiblemente ha quedado más afectado, al carecer de una piel invulnerable o un escudo irrompible que absorbiese el daño. Pero hay algo en mi mirada vacía que me indica que puede haber incluso más aún...
- ¿Qué ha ocurrido, Mark?. ¿Dónde estamos?.
- Sé poco más que tú, Princesa Poder. Evidentemente la Anomalía ha funcionado como algún tipo de portal... He intentado orientarme pero hay algo extraño en el cielo, algo que no identifico...
- ¿Tus gafas?. - Cogí el visor entre mis manos, mientras entraba en la Anomalía. Gracias a eso ha conseguido resistir algo más que nuestros uniformes. Los sensores están algo chamuscados pero aún funcionan.
- ¿Qué haremos ahora?. - Lo más lógico sería averiguar en qué lugar nos encontramos. Zumbador y Arcana están demasiado afectados, así que deberemos hacernos cargo de ellos. Buscaremos refugio y luego decidiremos cuál será nuestro siguiente paso.
Y así nos elevamos en el aire, silenciosos y cabizbajos, mientras nuestros pensamientos vuelan hacía el destino de los compañeros y seres queridos que dejamos atrás. ¿Habrán sucumbido como vaticinó que ocurriría Burbank o se encontraban como nosotros, perdidos en un lugar extraño?. Esa es la idea que me invade mientras permanezco en el aire sosteniendo a Arcana y a Stan mientras Hyperion se eleva para tener una mayor perspectiva y localizar algún refugio o centro urbano. Desde ahí puedo observar lo mismo que había visto Mark desde la superficie: hay algo en el cielo que no es normal, antinatural. No sé cómo describirlo pero es algo siniestro. Ambos comentamos la posibilidad de que, incluso, se trate de nuestro propio mundo pero modificado por la Anomalía, mientras nos dirigimos a una pequeña edificación que ha detectado a unos kilómetros al oeste.
El aspecto que nos ofrecía la pequeña granja era de semiabandono. Carente de cualquier luz, con las ventanas clausuradas y una entrada a la misma descuidada, con malas hierbas por todas partes, nos hizo lamentar que en este lugar no encontraríamos la ayuda necesaria pero el estado en que se encontraban nuestros compañeros, nos aconsejaba buscar refugio allí, al menos hasta que fuese llegase el día.
Con suma facilidad, Mark arrancó de sus goznes la destartalada puerta... sólo para recibir dos impactos de bala directamente al estómago.
¡¡BANG-BANG!!!
Debemos de estar realmente agotados para ser sorprendidos de una manera tan tonta. Desde el interior, dos cañones de una escopeta brillan en la oscuridad y tras ellos, el rostro del granjero se llena de miedo al comprobar cómo las balas han rebotado contra la piel de Hyperion. El llanto de un niño comienza a surgir desde algún lugar en el subsuelo de la vivienda. La voz de una mujer se superpone, intentando calmarla. El granjero, nervioso, se retira hacia el fondo de la habitación, con las manos temblando mientras intenta recargar la escopeta, gritando hacia las voces que han comenzado a oírse. Eso es todo lo que me hacía falta.
Gracias a mi formación como embajadora de Utopía, son muchos los idiomas que manejo con total naturalidad. No es éste el caso pero parece que entiendo lo suficiente como para tratar de calmarle.
- ¡¡¡Un momento por favor!!!. ¡¡No vamos a hacerle ningún daño!!.
Y ese fue el modo en el que conocimos a los Murashkevich, Alexei, Kalinkha y la pequeña Alena. Una vez pasaron los primeros instantes de miedo y confusión, nos ofrecieron su ayuda de la forma más altruista posible. Y a través de ellos, supimos por primera vez, de la Gran Barrera y de cómo ésta había cambiado el mundo. Supimos del miedo, de la hambruna y del caos que se había apoderado de aquellas zonas más despobladas. Sin un sol que alimente los campos, las cosechas poco a poco se habían ido perdiendo. Nos hablaron de la caída de los gobiernos, del nacimiento de caciques en aquellas zonas rurales y de los saqueos por parte de estos en busca de alimentos. Mark y yo nos miramos. Nos resultaba todo demasiado familiar. Habíamos visto cosas así ya en nuestro mundo después de la llegada de Mente Suprema. No esperábamos tener que vivirlo de nuevo...
El delicioso olor de comida caliente inundó la habitación. En la puerta, Kalinkha nos invitaba a compartir la mesa con ellos. A pesar de todas las penalidades que nos habían contado, ella nos procuraba todo un banquete dentro de sus posibilidades. ¡Qué nobleza la suya! Sin hacer preguntas, ofrecían toda su hospitalidad a unos extraños como nosotros. La sopa caliente reconfortó nuestros espíritus más que nuestros cuerpos, y nos dimos cuenta entre todos de aquellos trozos de carne seca y verduras cocidas que había sobre la mesa.
Una emisora de radio de onda corta en el sótano, interrumpió la cena con su ruido infernal. Alexei se dirigió a contestar la llamada mientras Kalinkha nos explicaba que ese era el único sistema de comunicación que tenían en ese momento. El teléfono y la televisión, habían dejado de funcionar hace semanas. Gracias a ella, podían recibir avisos de sus vecinos sobre la llegada de los saqueadores y así ponerse a salvo antes de que llegasen.
Alexei volvió con cara de preocupación. Al parecer, había cosas peores que los saqueadores esperándoles allí fuera. Nos explicó que, con la llegada de la Barrera, muchas eran las criaturas fantásticas que habían aparecido por todas partes. Y entre ellas, las más peligrosas eran los dragones. Recorrían el norte de Europa, atacando furtivamente pequeñas poblaciones en busca de alimento. Y parece ser que había dos de ellos atacando una población cercana.
El rostro de Mark se llenó de determinación.
- Pregúntale dónde están.
- ¿Cómo dices?. ¿Estás pensando en ir?. Mark, no puedes. Debes descansar. Después de por lo que hemos pasado...
- Precisamente por lo que hemos pasado, no lo podemos permitir.
Alexei le señaló unas luces al fondo del valle desde la entrada de la casa. Sin despedirse, Hyperion alzó el vuelo. Yo quedé allí, para cuidar a los heridos. Pero en ese momento estaba más preocupada por él. Había visto algo en su mirada que me preocupa.
Todos en el pueblo corren de un lado a otro. Estaban preparados para los saqueadores pero hasta ahora, los dragones no habían penetrado tanto en tierra firme. Aparecieron de pronto, atacando desde el cielo. No hubo ninguna señal previa de su presencia, ni tiempo para dar la alarma.
Mientras mujeres y niños corren despavoridos por las calles, todavía algunos valientes tratan de hacer frente a las criaturas con sus armas de fuego. Algunos jóvenes se agrupan cerca de las porquerizas con sus armas en mano esperando poder expulsar a las bestias. Sus gritos de furia llenan la calle mientras descargan sus armas, siendo éstas tan efectivas como los mismos gritos. Su piel es demasiado gruesa para armas tan ligeras y las criaturas ni se inmutan. Por desgracia, la piel humana arde muy bien frente a su aliento, y ninguna de las dos criaturas duda en utilizarlo contra ellos.
En medio de ese caos nadie se percata del proyectil que se acerca, impactando con brutalidad sobre la espalda de la criatura. La otra bestia alza automáticamente el vuelo. Lo observó volando en círculos sobre el pueblo buscándome, mientras la gente grita y huye alrededor mío.
- ¡¡Lárguense de aquí!! ¡¡Váyanse todos!!
¡Maldición! Olvidé que esta gente no entiende mi idioma. Me cercioró que la bestia a mis pies y no volverá a moverse y busco de nuevo a mi amiguito del cielo. Lo veo acercarse. Entra en formación de ataque. No puedo permitir que descargue sus llamas de nuevo sobre el pueblo, no con toda esta gente en la calle. Despego del suelo esperando sorprenderle.
Como esperaba el dragón descarga su aliento sobre mi. Calculo bien la maniobra y mi piel resiste sin problemas el calor. Pero el visor... ¡sin este visor estoy completamente ciego! La lente estalla frente a mí y de repente todo se vuelve oscuro. Siento dos volúmenes de aire enormes moviéndose alrededor mío antes de que algo de increíble fuerza me golpee lanzándome contra el suelo.
Me maldigo mil veces por no haber sido mas cuidadoso. Si no hubiese actuado como un cretino ahora no tendría >¡Ungh!< este enorme problema: 15 toneladas de escamas y garras ya acaban de impactar encima de mi. ¡Sal de aquí! ¡Muévete antes de que te inmovilice! Flexiono los músculos y elevándome consigo escapar de su presa. Quizás no pueda derrotarle, pero ahora que he captado su atención me seguirá a mi en vez de cebarse con el pueblo. Pero vuelo a ciegas. No se cuanto tiempo podré mantener este ritmo sin tener ningún tipo de orientación. Lo único de lo que estoy seguro es de que ese bicho esta detrás de mi. Oigo el batir de sus alas, siento el movimiento del aire que provocan sus alas y su apestoso aliento llega hasta aquí.
Cuatro explosiones terminan con mi concentración. El dragón grita y su voz se pierde hacia abajo mientras el sonido de cohetes a reacción baila alrededor mío. Oigo cañones y phasers que disparan hasta que el dragón deja de oírse. Los cohetes vuelven y escucho el sonido de armas cargándose. No hace falta que vea para saber que me apuntan a mi.
- ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis de mí?
- ¡SILENCIO! ¡¡QUEDAS ARRESTADO EN EL NOMBRE DE DOOM!!
Y con esto llegamos al final de ésta historia. Mucho más podría contarse sobre estos personajes (qué o quien era la Anomalía, que era toda esa historia que balbuceaba el profesor Imam antes de morir, que había ocurrido con el hijo de Arcana...) En esencia, estas historias iban a sustituir las aventuras que el Escuadrón Supremo tuvo en el Universo Marvel tradicional en series como Quasar o los Vengadores. Los personajes terminaron por regresar a su propio mundo donde, de nuevo, se hacían gala de nuevos recursos y personajes extraidos del universo DC ahora que su propia dimension había sido remodelada tras pasar su propia Crisis (¿os suena?)
Como siempre, mi cabeza iba mucho más rápida que mis manos a la hora de escribir, por lo que pronto tuve un extenso planning sobre lo que queria contar con los personajes. Pero lo dicho, no soy muy rápido escribiendo (y encima lo restrasé todo más queriendo que el tercer número fuese un cómic completo...) y además no dispongo de todo el tiempo que quisiese, por lo que pronto las historias quedaron desfasadas y al final perdí interés al meterme en otros proyectos. Pero siempre he atesorado estos personajes y estas ideas y guardan un lugar muy especial en mi ordenador. Algunas de ellas iban a ser recicladas para otra de las series que comencé a escribir (Los Campeones del Viejo Mundo) no sin dificultad al tener bastantes tramas muy vinculadas a lo que era el universo Pendragons.
El título de este post es "Un fin... y un principio". El fin viene por el título de relato. El principio hace referencia a lo que me trajo: colgué la portada en las galerias de Dreamers.com y a raiz de eso se puso en contacto conmigo Miguel Angel Naharro, entrando entonces en el staff de colaboradores de Action Tales. No ha llovido nada desde entonces...
2 comentarios:
Siempre quise ver se relato en AT(retocandolo para adaptarlo) jajajaja
esta muy bien.
Y si, anda que no ha pasado tiempo, y cosas xd
Un abrazo, colega
Si, recuerdo todas las conversaciones que iban sobre el tema (y que derivaron en mi breve periplo por "Campeones del Viejo Mundo")Por desgracia, las tramas que desarrollaba en esta serie estaban íntimamente relacionadas con todo el mundo desarrollado en Pendragons: el aislamiento forzoso al que estaban sometidos -el mundo entero y no sólo los personajes- y la ausencia de referencias conocidas (los únicos héroes con los que habían tenido relación eran unos Vengadores con los que no podían contactar ni les podían advertir de los antecedentes de algunos de los aliados con los que iban a relacionarse) y cómo la gente puede llegar a cambiar en situaciones desesperadas. Porque uno de los aspectos más interesantes (e infrautilizados en el Universo Pendragons) era como la sociedad civil se había visto afectada por la presencia de la Barrera. En todos los fics el tono era "intrinsecamente superheroico" y no hacían demasiado hincapié en otros aspectos. A grandes rasgos, la vida civil no había cambiado en absoluto cuando yo opino que sí debería de haberlo hecho: la Barrera creó una separación física con el mundo exterior, cortando comunicaciones, redes informáticas, suministros energéticos, etc... NO habría petroleo, GPS, señales vía satélite, las cuentas de bancos cuyuos fondos se situasen en el exterior perderían sus garantias, ... Y no sólo hablo de tecnología: la "luz" más mortecina quizás no fuese suficiente para la agricultura, provocando escasez y desabastecimiento (sobretodo teniendo en cuenta que muchos de los alimentos que llegan a nuestro mercado no proceden de nuestros propios paises). Eso por narices provocaría un cambio social, quizás una "involución" cuando el sistema establecido no pudiese garantizar el bienestar general: el regreso de los caciques, ciudades-estado más que estados-naciones... Incluso los que antaño fueron villanos podrían haber llegado a ser vistos como auténticos héroes... Como ves, muchas de esas cosas eran díficiles de adaptar para un mundo "normal". Si alguna vez me toca la loteria (jejeje!) y consigo sacar adelante "Liga de la Justicia" o el dichos comic que tengo entre manos (que cruz tengo con esas cosas) quizás podría ofrecertelo como un "Elseworlds", quien sabe...
Gracias por comentar
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